Conversamos
con Diego González Delgado, trabajador de la planta de adobos de
Campofrío. Es además autor del libro “Claves Laborales”,
dirigido a empresarios, trabajadores y personas en desempleo que
buscan adaptarse a un mundo en el que invertir en tecnología y
conocimiento ha dejado de ser suficiente, y donde se
hace
imprescindible cultivar las emociones, actitudes y habilidades. Sirva
esta entrevista para hablar del libro, y también de homenaje a
aquellos hombres y mujeres que, como Diego, se crecen en la
adversidad, y les mueve la iniciativa y el deseo sincero de aportar y
de hacer realidad sus sueños.
Entrevista,
redacción y fotografía para Semblanzas de Burgos: Máximo Rondón
Aguirre
Tardó
mes y medio en reaccionar. Otros lo hicieron más rápido. O no lo
hicieron y lo pasaron muy mal. Tras el incendio que en noviembre de
2014 acabó con la planta burgalesa de Campofrío, Diego González
Delgado comprendió que una nueva etapa se abría ante él y
que había que aprovechar el tiempo. Se enfrentó a la incertidumbre
y a la duda sobre qué hacer mientras se reconstruía la
Llevaba
tiempo dándole vueltas a la idea de escribir sobre Mantenimiento
Industrial, hasta que creyó que no merecía la pena profundizar
sobre un tema que “ha evolucionado tanto en los últimos diez
años”. Así que optó por otra de sus inquietudes: las personas,
los valores y el mundo laboral. Explica Diego que “en las empresas
se suele dar formación técnica o de riesgos laborales, pero poco se
hace para potenciar las actitudes y valores del trabajador. Y lo que
hace falta para trabajar es que seas comunicativo, asertivo,
empático, flexible y positivo. Todo ello abona el terreno para la
creatividad,la innovación y la felicidad del trabajador. Esto al
final la empresa lo ve reflejado en eficiencia y rentabilidad”.
Diego asegura además, que ”cuando las personas no están a gusto
-por el motivo que sea- es cuando se vuelven egoístas, envidiosas,
criticonas e improductivas, o hacen que otros lo sean. Hoy en día se
buscan cualidades que no vienen solo del conocimiento, sino mediante
la potenciación de los valores, dejando que la gente fluya y trabaje
en equipo”.
En
sus veinte años de trabajo en el sector industrial Diego ha visto a
gente sin ningún tipo de formación pero con cualidades que “les
permiten sugerir soluciones que ingenieros no habían sido capaces de
ver”. Aclara que es más fácil ver estos problemas en pequeñas y
medianas empresas que en las grandes industrias, donde suelen
ocuparse más por potenciar, al menos a sus mandos intermedios, por
lo general a través de planes de Responsabilidad Social Corporativa.
La
travesía en el desierto
En
abril de 2015 ya Diego González tenía la estructura del libro y
sabía cómo lo quería. Así que en mayo se puso a escribir, sin
ninguna experiencia previa. Entonces se olvidó de su situación
laboral y puso toda su atención en la escritura. Tenía claro que su
objetivo era aportar y generar cambios. Pretendía que el libro fuese
“muy sencillo y directo” y que el lector se quedara con la
información más importante y la necesidad de profundizar por su
cuenta.
Fue
haciendo varias cosas al mismo tiempo: unos días escribía, otros
trabajaba en el diseño de portada, los dedicaba a tramites legales o
a contactar con las editoriales. Así evitaba el posible aburrimiento
y sentía que avanzaba más rápido. Su objetivo: finalizar en
noviembre de 2015.
Al
carecer de experiencia desarrollar su proyecto le supuso un
sobresfuerzo y le exigió una gran disposición a aprender. Muchas
veces se enfrentó al desánimo: “¿¡Cómo puede ser todo tan
complicado!?”. Antes de dar con la editorial, por ejemplo, tuvo que
contactar con unas treinta casas. Tocó las puertas de las más
grandes y conocidas, también de pequeñas y anónimas, hasta llegar
a las de autopublicación. A la final optó por una editorial mediana
que según Diego supo valorar el producto sin exigir una inversión
demasiado alta.
Durante
su travesía por el desierto no olvidó a la psicóloga y coach
Andrea Bueno Quesada, quien le aconsejó: “Ante el desánimo
relájate y visualiza el libro terminado y todo lo que va a aportar”.
Además de pensar en la satisfacción que sentiría al demostrar a
los demás -sobre todo a envidiosos y escépticos- que podía
hacerlo. No estaba dispuesto a justificar a sus críticos. Su banda
sonora: “Heroes”, de Måns Zelmerlöw.
El
libro estuvo impreso en julio de 2016. Se sintió dice, como un
padre. Pero no todo había terminado. A día de hoy aún le queda
promocionar y distribuir la obra, que “también es mucho trabajo”.
A pesar de ello reconoce la satisfacción de seguir aprendiendo y
conociendo gente. “Es una especie de salario emocional”. Podría
haber negociado con la editorial, contratar una distribuidora o a un
agente literario para vender el libro y hacerlo llegar a los puntos
de venta, pero eso implicaba mucho dinero o márgenes de ganancia
ridículos al tratarse de una tirada tan modesta: 200 ejemplares.
Diego
González planea seguir hasta marzo de 2017 con la promoción,
ofreciendo charlas y presentaciones, atendiendo a los medios de
comunicación, gestionando las Redes Sociales, ofreciendo el libro a
las librerías y redactando notas de prensa. Todo compaginado con sus
clases de inglés y su trabajo. En la actualidad se reposabiliza de
todo el mantenimiento de la planta
de adobos de Campofrío, donde se producen las especias y
aditivos para todo el grupo.
Todo
tiene un precio
Para
Diego es fundamental el tiempo libre para dedicarlo al deporte y a
las relaciones sociales, y ha renunciado a ello dando prioridad a la
promoción del libro. “Desde agosto de 2016 no he hecho deporte”,
confiesa. Y esto le pasa factura: “el deporte regula tu carácter,
te hace sentir bien. Cuando lo has practicado toda tu vida se
convierte en una droga y si dejas de hacerlo, el cuerpo se resiente”.
Está acostumbrado a competir, a hacer mountain bike y a subir
montañas. “Ha realizado actividades deportivas duras y aún así
asegura que escribir el libro le ha resultado mucho más duro que
cualquier reto deportivo al que se haya enfrentado.
“No
ha sido cosa de un día. No han sido sólo cuatro o seis horas, o una
hora a 180 pulsaciones. Esto del libro ha sido mucho más extenso en
el tiempo. Hay días que son más fáciles, otros más complicados y
otros de mucha desmotivación. Pensé que iba a ser más fácil de
escribir y de vender. Me pongo en el lugar de una persona que no
tiene trabajo, que va con su currículum y que tiene que estar
siempre vendiéndose, entrevista tras entrevista, siempre llamando a
distintas puertas. Ese luchar continuo sin ver los resultados, sin
saber si les vas a ver pero seguro de que tienes que luchar. No has
hecho un esfuerzo para nada. Lo importante es no perder el objetivo,
aunque haya momentos duros. Saber lo que quieres y llegar hasta el
final”, comparte.
El
libro
“Claves
Laborales” es un libro escrito con el corazón, en el que Diego se
muestra como es: cercano y sencillo. Impregna sus páginas con sus
emociones y experiencia. Escrita con un estilo nada rebuscado,
“Claves Laborales” es una valiosa herramienta para el empresario,
el trabajador y para quienes buscan trabajo apostando por la
aptitudes y las habilidades más demandadas hoy en día.
La
obra cuenta además con la participación de distintos colaboradores
que compartieron con Diego su visión del tema desde sus empresas y
ámbitos de acción. Con todos ellos conversó para presentar su
proyecto, pedir consejo y entrevistarles: Julia de Miguel, Máster en
Coaching; Carlos Herrera, de CH Consulting; José
Ignacio de Rozas, Máster en Comunicación; Javier Pelaez, de Cesine;
Ignacio González, de Nueva Pescanova; Eduardo Miguel Orense,
de Campofrio; Ma. Luz Fernández, de Grupo Norte; Tomás
Óscar, de ETT Integra; Delia Rodríguez, de Adecco y
Daniel González, de Alstom.
El
libro puede adquirirse a través de la página web
www.claveslaborales.es
o de su perfil en Facebook.
En Burgos: en las librerías Hijos
de
Santiago Rodríguez
(en la Plaza Mayor y en el
centro comercial Camino de
La Plata) y en la libreria
Luz y Vida
(calle Laín Calvo). En Santander se puede emcontrar en Dlibros,
Torrelavega.
Es realmente motivadora la entrevista. Felicitaciones!
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